La aventura de ser maestro
Basado en la lectura “La aventura de ser maestro” y tomando las ideas principales del texto, veo que tengo muchas situaciones comunes con los problemas que se presentan en dicha lectura y que ocasionalmente las había observado y reflexionado. Al igual que muchos maestros, yo comencé con la docencia siguiendo el modelo de mis profesores de educación superior, desarrollando mis clases similarmente a ellos pero encontré que no tenía la experiencia ni los conocimientos y tal vez, ni de la preparación de ellos. Tenía un problema de identidad que fui resolviendo gradualmente al tratar de desarrollar mi clase de diferente manera, buscando siempre mejores formas de enseñar para lograr un mejor aprendizaje.
Otro de los problemas con los que me enfrente es mi aislamiento del mundo en cierta etapa que no me permitió tener una adecuada habilidad de comunicación que sentía miedo de hablar y no poder expresar lo que realmente quería decir. Mis alumnos fueron proporcionando en mi esa seguridad que se debe tener al expresarse, no sé porque, tal vez porque hablaba en su mismo lenguaje o tal vez porque les inspiraba confianza, hasta llegar a tener una comunicación si no muy adecuada, si muy eficaz al menos con los alumnos.
También debido a esa confianza que tenía con mis alumnos, me enfrente al problema de la disciplina porque como se dice coloquialmente “abusaron de mi confianza” y era cuando yo quería desaparecer del escenario. Afortunadamente modifique mi actitud, resaltando este aspecto con los alumnos hasta el grado de decir que hoy no tengo ese problema y con esto no quiero decir que me convertí en un profesor autoritario sino que promoví el respeto, aprendí a ser tolerante y consiente de las actitudes y valores propios de la edad.
En resumen, si bien no se resuelven totalmente los problemas que provocan este malestar en el docente, al menos no son tan graves ahora, con lo cual considero que me he ganado la Libertad de ser maestro.
“la libertad de estar en clase con seguridad en mí mismo, con un buen conocimiento de lo que se puede y lo que no se puede hacer en una clase; la libertad de decir lo que pienso, de ensayar nuevas técnicas para explicar un tema, de cambiar formas y modificar contenidos. Y con la libertad llegó la alegría: la alegría de sentirme útil a los demás, la alegría de una alta valoración de mi trabajo, la alegría por haber escapado a la rutina convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual.”
Nos falta mucho camino por recorrer.
Basado en la lectura “La aventura de ser maestro” y tomando las ideas principales del texto, veo que tengo muchas situaciones comunes con los problemas que se presentan en dicha lectura y que ocasionalmente las había observado y reflexionado. Al igual que muchos maestros, yo comencé con la docencia siguiendo el modelo de mis profesores de educación superior, desarrollando mis clases similarmente a ellos pero encontré que no tenía la experiencia ni los conocimientos y tal vez, ni de la preparación de ellos. Tenía un problema de identidad que fui resolviendo gradualmente al tratar de desarrollar mi clase de diferente manera, buscando siempre mejores formas de enseñar para lograr un mejor aprendizaje.
Otro de los problemas con los que me enfrente es mi aislamiento del mundo en cierta etapa que no me permitió tener una adecuada habilidad de comunicación que sentía miedo de hablar y no poder expresar lo que realmente quería decir. Mis alumnos fueron proporcionando en mi esa seguridad que se debe tener al expresarse, no sé porque, tal vez porque hablaba en su mismo lenguaje o tal vez porque les inspiraba confianza, hasta llegar a tener una comunicación si no muy adecuada, si muy eficaz al menos con los alumnos.
También debido a esa confianza que tenía con mis alumnos, me enfrente al problema de la disciplina porque como se dice coloquialmente “abusaron de mi confianza” y era cuando yo quería desaparecer del escenario. Afortunadamente modifique mi actitud, resaltando este aspecto con los alumnos hasta el grado de decir que hoy no tengo ese problema y con esto no quiero decir que me convertí en un profesor autoritario sino que promoví el respeto, aprendí a ser tolerante y consiente de las actitudes y valores propios de la edad.
En resumen, si bien no se resuelven totalmente los problemas que provocan este malestar en el docente, al menos no son tan graves ahora, con lo cual considero que me he ganado la Libertad de ser maestro.
“la libertad de estar en clase con seguridad en mí mismo, con un buen conocimiento de lo que se puede y lo que no se puede hacer en una clase; la libertad de decir lo que pienso, de ensayar nuevas técnicas para explicar un tema, de cambiar formas y modificar contenidos. Y con la libertad llegó la alegría: la alegría de sentirme útil a los demás, la alegría de una alta valoración de mi trabajo, la alegría por haber escapado a la rutina convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual.”
Nos falta mucho camino por recorrer.
Hola Oscar:
ResponderEliminarQue hermoso es ser libre para decir lo que se piensa.
Creo que todos nosotros nos pusimos nerviosos cuando nos paramos por primera vez frente al grupo de alumnos y más si no teníamos la experiencia de hablar en público.
Pienso que la gran mayoría fuimos aprendiendo a ensayo y error y poco a poco con la experiencia adquirida hemos ido enriqueciendo nuestra labor docente.
Espero que siga siendo libre y tenga esa alegría de ser útil a los demás y hay que seguir recorriendo el hermoso camino que nos trazamos.